Estas grutas estuvieron en el anonimato hasta que una humilde familia regiomontana que andaba en busca de leña las descubrió a mediados del siglo XIX.
Están a 30 kilómetros de la ciudad y cuentan con varias galerías, de hasta 105 metros de profundidad, con espectaculares formaciones rocosas, como estalactitas y estalagmitas, así como fósiles marinos, ya que estuvieron sumergidas en el mar hace millones de años.
Las grutas están iluminadas, lo que les confiere una apariencia espectral.
Hay un teleférico que lleva a la entrada de las grutas tras un recorrido de 600 metros.